Llora lo justo, vive por los dos.
- María Fernanda Tomalá Franco
- 5 ago 2017
- 5 Min. de lectura

El duelo es un término que describe todos los sentimientos, pensamientos y conducta por los que pasa cualquier persona tras una grave pérdida.
Es sin duda alguna un periodo difícil que el ser humano debe pasar, y a su vez el proceso que todos quisieran evitar, todas las personas en algún momento han perdido un trabajo, un objeto de alto significado o valor, han terminado una relación amorosa, o se han enfrentado a la triste muerte de un ser querido.
Este artículo va enfocado hacia la pérdida de alguien que amas, puede ser: un amigo, un esposo, un hijo, un hermano, un padre. Lo cierto es que cualquier vínculo que tengas con ese ser que amas, sentirás que con su ausencia ya nada vuelve a ser igual.
Enfrentar la muerte de alguien cercano causa el dolor más profundo que el ser humano pueda sentir, no es fácil tener que acostumbrarse a que ya no va a estar. Aun sabiendo que es parte natural de la vida, y que todo ser viviente debe morir, la confusión, la impotencia, y la frustración dan lugar a la depresión y a la tristeza. No hay medicamento que alivie el dolor, perder a alguien va más allá de tus fuerzas, tu carácter, tu personalidad, tu profesión, la religión que profesas; perder a alguien es sentir que una parte de ti se fue con él/ella.
Aceptar la muerte de alguien cercano toma su tiempo, pueden ser meses o un año, no hay tiempo exacto que determine la recuperación, todo depende de los hábitos, el entorno y la capacidad de resiliencia que tenga cada persona, para sobrellevar la perdida. Cabe recalcar que si el dolor sigue latente y resulta complicado realizar actividades habituales después del año, la persona afectada requiere la atención de un profesional.
Ahora bien haremos un pequeño trayecto por las conmociones que normalmente atraviesan quienes pierden a alguien cercano.
No son etapas que se darán en determinado orden, así como tampoco una misma persona las experimentara, normalmente estas etapas son parte del proceso para superar el duelo, y con el pasar del tiempo se llegue a comprender que la muerte es parte de la vida misma y se acepte que este ser ya no estará entre nosotros.
Negación: rechazo consciente o inconsciente de los hechos o la realidad.
Que alguien te diga tu papá, tu mamá, tu hijo, tu esposo, tu hermano acaba de morir o va a morir, es un hecho que tu primera reacción será negar la realidad, dirás “No lo acepto”, “No lo creo”, “Esto no le puede estar pasando a él/ella”, “Esto no nos puede estar pasando a nosotros”. Sentir nostalgia al saber que no volverás a ver más a ese ser que amas es natural en ese momento, la incredulidad es como una protección hasta lograr adaptarse a esta triste realidad.
Ira: enojo e indignación hacia tal situación.
La realidad de la perdida y el dolor se hacen presentes en esta etapa, decir “No es justo”, ¿Dónde estaba Dios?, ¿Por qué pasó?, ¿Por qué Dios no le dio otra oportunidad?, se hacen latentes en esta etapa, lo cual conlleva a sentirse más enojados aún, con Dios, con la vida, o con uno mismo. En este proceso es necesario que el doliente exprese todo lo que siente ya que es parte de la recuperación.
Negociación: prometer ser mejor persona con el fin de que no ocurra lo que me está causando dolor.
En esta etapa se quiere volver atrás, es frecuente pensar, ¿Qué hubiera pasado si? se promete tener un mejor estilo de vida, en esta momento la realidad no coincide con el tiempo, y conlleva a la culpa. Es frecuente anhelar que el ser querido vuelva a nosotros, o querer retroceder el tiempo para evitar que suceda, y evitar sentir aquel dolor. Se desea aliviar el sufrimiento a cualquier costo y bajo todo tipo de promesa.
Depresión: tristeza y melancolía.
Las personas afectadas por la muerte de alguien suelen aislarse, dormir en exceso, ¿Por qué continuar? ¿Por qué esforzarme? es frecuente en esta etapa, la incertidumbre se hace presente más de lo normal, realizar actividades diarias se vuelve algo difícil, quiere decir que la persona afectada ha empezado a aceptar la realidad. Esta etapa es la más necesaria para superar la perdida. Ya que nos permite vivir la realidad, el presente y nuestra condición.
Aceptación: resignarse a la realidad.
El ser querido ya no está físicamente, se ha marchado y no lo volveremos a ver, pero vive en nuestros corazones. Su recuerdo sigue intacto, su risa conforta el alma, su esencia nos devuelve la calma. Aceptamos que la perdida es parte de nosotros, valoramos la vida que tenemos, “Tengo que salir adelante” y “Todo va a mejorar” son frases recurrentes. Se vuelve a las actividades cotidianas, y la vida empieza a cobrar sentido una vez más.
Como mencione anteriormente estas etapas no siguen un orden, tampoco todas las personas lo perciben con la misma intensidad, el dolor de una madre por perder un hijo no es el mismo que siente alguien al perder a su amigo, tampoco es igual el dolor al perder un esposo, la capacidad de resiliencia no es la misma en todas las personas, así como no es igual perder a un familiar enfermo, que en un accidente; las personas sienten, piensan y asimilan diferente, es cuestión de tiempo y del entorno.
Siempre te preguntaras porqué la gente buena muere, ¿Por qué Dios siendo tan bueno permite estas cosas?, ¿Por qué te pasa esto a ti?, ¿Por qué él?, tal vez esta respuesta no alivie el dolor, ni te devuelva tu ser querido, pero todo tiene un para que, una razón de ser, y hay cosas que no puedes cambiar, que son parte del proceso, que son necesarias, incluso para tu mismo crecimiento, ahora no lo entiendes, pero el tiempo te dará las respuestas.
Perder a alguien es sentir que todo a tu alrededor se detiene, querer a ese ser contigo en este momento y no poder tenerlo es duro, no poder retroceder el tiempo e impedirlo causa debilidad, el vacío que esa persona dejo no se llenara fácilmente, pero la vida sigue y tiene sentido, vas a llorar cada vez que lo recuerdes, sentirás nostalgia, te hará falta, lo extrañaras y sin duda alguna la vida no será la misma sin él, cuesta dejar ir pero es necesario, es parte de la vida y hay que aceptarlo, no te puedes detener, el mejor regalo que le puedes hacer a tu ser querido es seguir adelante.
Con el pasar del tiempo entiendes que el amor lo supera todo, cuando amas a alguien no existen distancias, la conexión que tienes es tan fuerte que llegas a entender que nunca se fue, que vive en tu corazón y que los buenos momentos que pasaron están latentes al igual que su sonrisa.
Ahora te invito a que no te quedes anclado/a en el dolor, en el dolor no se vive, llora, grita, lanza todo lo que encuentres, golpea la pared, pero luego recuerda lo feliz que fue ese ser que tanto amas, recuerda los buenos momentos que paso junto a ti, piensa en que no le gustaría causarte tristeza, y que aunque lo extrañes está en una mejor vida, esperando encontrarse en algún momento contigo.
Te invito a cerrar los ojos, a pensar en él/ella, siente que está a tu lado y que su magia te haga sonreír, déjalo/a ir. Llora lo justo, sonríe, vive por los dos, por alguna razón TÚ aun estas vivo.
Recordar Es Fácil Para Quien Tiene Memoria, Olvidar Es Difícil Para Quien Tiene Corazón.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Referencias
1.- Articulo: duelo, perdida y depresión (Concepto de duelo)
2.- Kübler-Ross en su libro de 1969 “On Death and Dying” *Elisabeth Kübler-Ross (Zurich 1926 – Arizona 2004) psiquiatra y escritora suizo-estadounidense (Etapas del duelo)
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